domingo, 18 de septiembre de 2011

Otorgan al poeta mexicano Eduardo Lizalde la Clavis Palafoxianum


El poeta escribe pese al contexto violento, porque aunque quisiera inventar otro mundo no puede hacerlo


ya que la realidad es así y cada vez será peor y más siniestra”, expresó el reconocido poeta mexicano Eduardo Lizalde, quien recibió en la ciudad de Puebla, el pasado 28 de agosto, la Clavis Palafoxianum, un galardón destinado a los personajes que se destacan por su trayectoria y aportación en el campo de la cultura y las letras.



En la sala Rodríguez Alconedo de Casa de Cultura el autor de Caza mayor fue homenajeado por amigos y lectores, y por el traductor Marco Antonio Campos.



La Clavis Palafoxianum, expresó el secretario ejecutivo del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla (Cecap), Saúl Juárez Vega, “permite la entrada al mundo del conocimiento universal que está contenido en la Biblioteca Palafoxiana”.



Expresó que la distinción habla de la hermandad de los pueblos y de lo que significa el acervo bibliotecario de la Palafoxiana, que al estar compuesto por ediciones europeas y americanas, representan la cultura universal.



Destaca que fue entregada por primera vez y consiste en una llave forjada en hierro que se acompaña por un texto en latín que compara la labor humanística de los personajes con el legado de Juan de Palafox y Mendoza.



Aun con el retraso del funcionario estatal, quien arribó una media hora después de que Eduardo Lizalde llegara y fuera recibido con un tímido aplauso por parte de los asistentes —entre los que se contaban los poetas Mario Bojórquez, Álvaro Solís y Alí Calderón—, el acto se volvió una convivencia cordial en torno a la poesía.



El escritor Marco Antonio Campos afirmó que Lizalde es un gran creador, “ya que una de las virtudes de un gran poeta es ser muchos poetas”.



Acotó que “es el mayor crítico del poeticismo, de los poemas políticos de Marx, de la complejidad de Mallarmé y del rococó de Góngora”.



También destacó que libros como El tigre en la casa o Caza mayor son ejemplos de poemas absolutos en donde la relación de los nombres y las cosas es estrecha, y en “cuya alma es una sombra que todo lo ilumina, y se convierte así en un pensamiento iluminado”.



Recordó que con personajes felinos como el tigre, el lince o el león, la poesía de Lizalde está entre Emilio Salgari y Rudyard Kipling, y que encuentra su mejor epígrafe en aquel conocido poema de William Blake que versa: “Tigre tigre que brillas en los bosques de la noche. ¿Qué ojo o mano infernal hicieron tu horrible simetría?”.



“El tigre de Lizalde marca todo con su presencia, y eso es claro en sus versos, que son algo más que Baudelaire y Góngora, algo como un hombre que ataca ferozmente y se desangra”, expresó el también poeta, mientras recitaba uno que otro verso de memoria y los asistentes aprovechaban para sacar sus libros y seguir con la mirada la lectura.



Campos distinguió que la poesía de Lizalde “abusa” de los adjetivos, y que dicha característica podría ser perjudicial para otros escritores, pero no para el poeta, quien lo utiliza y “sabe soñar al tiempo que corrompe”.



En su turno y notablemente contento, Lizalde recordó los momentos más significativos de su poesía: desde la escritura de Cada cosa es Babel, en 1966, hasta Algaida, el último poema largo editado en 2004, sin dejar a un lado La zorra enferma, Tabernarios y eróticos, Rosas y Otros tigres.



En especial hizo énfasis en El tigre en la casa, el cual no se imaginó que iba a ser tan bien aceptado por sus contemporáneos —como Octavio Paz, Augusto Monterroso, Rubén Bonifaz Nuño o Jaime Sabines—, ya que “es un libro no de amor, sino de desamor, del infortunio amoroso universal, un libro negro, terrible y deprimente”.



Sobre su escritura, Lizalde recordó aquel episodio que vivió con Juan José Arreola, quien fue uno de los primeros en escuchar el poema.



Dijo que el verso “la bestia atraviesa por el túnel de lodo y miel”, originalmente terminaba con la palaba “piel”, y que gracias al “excelente oído de Arreola” fue intercambiado para la edición final.



“No lo toques más”, fue la orden de su maestro y amigo.



“El escritor nunca sabe lo que va a pasar con su texto; el poeta siempre está expuesto a los lectores y a la crítica, pero debe ser así porque la poesía no existe sin el interlocutor”, expresó el Premio Internacional Alfonso Reyes 2011.



Acotó que El tigre en la casa permite ver la forma en que a veces “las imágenes golpean la cabeza de la gente, y lo hacen recodar”, haciendo que el texto se convierta en un objeto entrañable en la memoria colectiva.



En entrevista, acotó que “fue un texto de la juventud y que por eso no lo hubiera podido escribir de otra manera”.



Además de recibir la Clavis Palafoxianum, Lizalde obtuvo una serie de grabados de la arquitectura original de la Palafoxiana, y las felicitaciones de sus lectores, quienes a pesar de la lluvia no dudaron en esperar y conseguir un autógrafo del autor.

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