domingo, 19 de junio de 2011
La poesía recupera a Rosendo Tello
La vida siempre tiene razón», dijo una vez Rainer María Rilke.
Y a esa frase acudió, un tanto enigmáticamente, hace pocos meses Rosendo Tello Aína (Letux, Zaragoza, 1931)
en una de sus últimas cartas, redactada en letra grande y vacilante con la mano izquierda, para explicar su situación.
Su nueva situación. El 29 de agosto de 2009, el Premio de las Letras Aragonesas de 2005, profesor, ensayista y esencialmente poeta «de la luz, de las imágenes y de la música», sufrió un ictus que le dejó inmovilizada la mano derecha, una leve cojera y dificultades para hablar.
Rosendo emite sonidos, más o menos pausados, a veces reconocibles, se le entiende casi a la perfección el golpe de voz «¿Dónde?», pero resulta difícil seguirle.
Ha perdido la palabra, aquella fluidez y elocuencia casi barroca que tenía una correspondencia inmediata en sus versos.
Maribel, su esposa, le hace de intérprete, pero a menudo los sonidos resultan incomprensibles incluso para ella: entonces, el poeta toma el bolígrafo y escribe. «Ha tenido que aprender a escribir con la mano izquierda», dice su esposa. Más que escribir, parece dibujar las palabras, como a vista de pájaro.
Siempre había tenido una letra armoniosa y ceñida; la poesía, y la mayoría de los textos, los escribía a mano.
Al llegar al salón de su casa, vemos uno de sus últimos versos, corregido varias veces, y vemos su último poemario: 'El regreso a la fuente', que ha publicado Prames. Un libro que puede resumirse como «una travesía personal, interior y exterior, desde la tiniebla hacia la luz.
Es eso, sí», dirá. El poeta piensa como siempre: con rapidez, con exuberancia de ideas y de metáforas, con ese fulgor en los ojos de quien está vivo para la poesía, para la amistad y las emociones cotidianas.
Premonición y misterio
Rosendo Tello abre el libro por el primer poema. Y dice, con ayuda de traductor y del folio en blanco: «Este poema, 'La lengua de los hombres', ha sido premonitorio, es como si barruntase la enfermedad, el ataque. Mira: "Fascinante y terrible es la lengua del hombre, / oscura y balbuciente a un mismo tiempo.
(?) Mil lenguas no podrían expresar el enigma / del sueño del amor o el sentido del sueño". Mi poesía, y quizá toda la poesía, nace del misterio».
Había publicado últimamente 'El vigilante y su fábula. Obra poética reunida (1955-2005)' en 2006 y el primer volumen de sus memorias 'Naturaleza y poesía' (Prames, 2008).
Dice: «La fuente del título es la vida auténtica. El título podría entenderse así: el regreso del poeta a la vida auténtica, y también hablo del retorno a los orígenes».
El libro propone un itinerario simbólico a los paisajes, la memoria, la intuición, la música, la sensibilidad, la mitología (en 'El final de una época' llora el cadáver de Héctor, vencido por Aquiles) y la noche, aquellos lugares en que brota la poesía y sus gestos:
«Atento estaré a los rumores, a las palabras libres que no mienten, / a las dulces tormentas de la sangre, / a los graves avisos que me llegan de allá, / del lugar del que vuelven los amores perdidos, / de la tierra en que cesa de golpear el mundo», anota en 'Serena plenitud', un texto de exaltación que dedica a su gran amigo José-Carlos Mainer.
'El regreso a la fuente' también es un viaje en el tiempo y una pregunta acerca del sueño y el desvelo, el más allá, lo inefable. Escribe: «Quien sabe unir dos tiempos, / con la fuente cantando su canción, / consagra su futuro».
Anota en el folio: «La prosa no es el verso; cuando empleamos el verso hablamos de lo ceremonial. El verso se convierte en canto, en lo sagrado. Este libro habla de lo divino, de lo numinoso: de la inspiración».
Intenta acudir a las palabras y dice, con esfuerzo: «El verso parte siempre de la imagen, no del concepto. Soy un poeta de imágenes.
Antes del ataque y ahora. La primera visión que utilizo siempre es la de la metáfora, no es la de idea».
http://www.poesia-irc.com/j/index.php?option=com_content&view=article&id=8225:la-poesia-recupera-a-rosendo-tello&catid=15:noticias-general
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