domingo, 12 de junio de 2011

Pensando en la poesía


En primer lugar, creo necesario intentar un sucinto abordaje sobre la poesía como centro de expresión subjetiva, existencial. Y cuando digo existencial me refiero a la expresión poética como encarnadura de lo humano, a este centro de intimidad que el texto roza para convertirse en materia dicente, enriquecida, pero inconclusa.


Para que la voz lírica se lanza a la aventura de captar aquello que no puede abarcar, lo que permanece mudo en el plano de lo inefable. Sobre esta irresolución esencial ha escrito Maurice Blanchot:



La búsqueda de la totalidad, en todas sus formas, es la pretensión poética por excelencia, una pretensión en la que está incluida, como su condición, la imposibilidad de su cumplimiento. (1) En este sentido, se puede decir que todo poema es un fracaso.



Y en eso se fundamenta su íntima fractura, que se nutre de lo que oculta o dice para callar, sustancia sensitiva que se repliega en sí misma para ser misterio.



Pero de este lúcido, vidente destello que se vislumbra nos queda esta materia inconclusa que quizás revela un rastro de eternidad.



Y es que en la imposibilidad de la plenitud radica su belleza, una belleza que roza el límite de su propia agonía, como un éxtasis.



Esta sed de completitud propia de lo humano se traslada a la escritura, que explora territorios alternativos dentro de los parámetros que impone el lenguaje, se subleva contra sus propios límites y busca ser revelación del secreto, tal vez de la arcano preexistente, del Verbo fundando.


Crea, en el seno de su propia voz, una difusa geografía, un eco de fuga paralelo al mundo.


Y a modo de espejo de la existencia, en un juego de parte y aniquilación, el poema roza el límite de lo posible por ser, finalmente, silencio.

http://www.poesia-irc.com/j/index.php?option=com_content&view=article&id=8157:pensando-en-la-poesia&catid=15:noticias-general

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