jueves, 2 de junio de 2011
Al rescatae de Luis Rius, poeta esencial
Toda su vida, Luis Rius Azcoita cargó un pesado fardo de nostalgia a la espalda. Allí también echaba su tristeza y la conciencia del destierro, de la extranjería y el desarraigo, elementos que, junto con el amor, el magisterio, la amistad y el gusto por la tertulia, marcaron su personalidad y su poesía.
El poeta y ensayista español que llegó a México en 1939 expulsado de su tierra por el franquismo y la Guerra Civil, echó raíces en el país que le abrió las puertas y en la UNAM forjó la vida poética de cientos de estudiantes que encontraron en él al maestro de gran talla.
“En esa línea divisoria entre la poesía y la erudición, Luis Rius caminaba con asombroso equilibrio. Su gracia, su intuición poética, su finísima sensibilidad hacían que pasara inadvertida la sabiduría proveniente del estudio y la disciplina”, tal como lo recuerda Gonzalo Celorio, uno de sus más notables admiradores.
El poeta nacido en Tarancón, España, el 10 de noviembre de 1930, llegó a la adolescencia y la edad adulta con la certeza de la extranjería, así, su poesía está permeada de nostalgia y tristeza por esa España que dejó en 1936.
“Somos desterrados. Y si ahora, porque vivimos en México, sentimos un poco que nos falta el sustento de España, mañana, si el caso se da, porque vivimos en España, sentiremos en el mismo grado que nos falta el sustento de México. El destierro no nos da ya ni nos lo quita ninguno de los dos países porque no está en ellos sino en nosotros, formando parte de nuestro ser”, decía el poeta que regresó a España cuando tenía 40 años.
El biógrafo de León Felipe, a quien consideraba un poeta mayor y con quien lo uniera una gran amistad, terminó la carrera de Letras españolas a los 21 años; luego obtuvo el grado de maestro y en 1968 el doctorado con la tesis “León Felipe, poeta de barro”, que es justo la biografía del poeta.
Luis Rius, el alumno y amigo de exiliados españoles como José Gaos, Emilio Padros, Juan Rejano, Tomás Segovia, Ramón Xirau y León Felipe, y de los mexicanos Julio Torri, Julio Jiménez Rueda, Emilio Abreu Gómez y Alfonso Reyes, fue parte de los llamados “niños de la guerra”, la segunda generación de españoles que se hizo una historia en México
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