martes, 22 de marzo de 2011

Elena Medel


Este lunes llega con pretensiones poéticas: hoy las instituciones oficiales competentes han decidido declararlo el Día Internacional de la Poesía. ¿Y eso para qué sirve?, puede preguntarse el profano.
Elena Medel (Córdoba, 1985) ofrece su teoría: "Dar visibilidad a algo que, para muchos, no existe durante el resto del año". ¿Algún problema?.



Que en gran parte de las actividades organizadas para ensalzarla y difundirla se cae en la endogamia. "Programadas por, para y con poetas", denuncia ella. Pertenecer al gremio de los destiladores de la literatura (los poetas, claro) no le desenfoca el juicio.



Su celebración será íntima pero intensa: leer los versos del libro Rituales, de la poeta uruguaya Melisa Machado. "Palabras que zarandean, despiertan y, sobre todo, sanan".

Pregunta.- ¿Para qué sirve el Día Internacional de la Poesía? ¿Para nada? ¿Para mucho?
Respuesta.- Supongo que para lo mismo que el resto de celebraciones de este tipo: para otorgar visibilidad a algo que, para muchos, no existe durante el resto del año.



Quisiera pensar que las celebraciones lograrán que alguien decida sacar de la biblioteca un poemario y no una novela, por ejemplo, pero sospecho que muchas caerán en el error de siempre: el de ser programadas por, con y para poetas, sin considerar que existen lectores que no escriben, e incluso que existen quienes no se acercan a un libro, pero disfrutan escuchando un poema, o sienten curiosidad.

P.- ¿Y la poesía: para qué sirve? ¿O es ésta una pregunta absurda? ¿Tan absurda como preguntar para qué sirve el aroma del café? No sé...
R.- A mí me sirve para explicarme el mundo.



Para emborronármelo a veces, para aumentarme la confusión... y salir de un libro preguntándome. O para respirar mejor por su efecto balsámico, para curarme las heridas.



Lo mejor es que a otros les sirve para comunicarse o para desahogarse, y todas estas intenciones son validísimas.

P.- ¿Va a celebrarlo de algún modo?


R.- Lo festejaré de la mejor forma: leyendo, claro. Acabo de descubrir a la poeta uruguaya Melisa Machado, y estoy dosificando la lectura de su libro Rituales, que reúne sus cinco poemarios: caerán un par de poemas como bienvenida al día.



Sus palabras nos zarandean, nos despiertan, pero sobre todo nos sanan; me gusta, además, la visión femenina tan potente, consciente de sí misma.



Y en La Bella Varsovia estamos trabajando en la edición del Noctívagos, la ópera prima del poeta cordobés Juanma Prieto, así que justo me reservé el día de hoy para hincar el diente al manuscrito definitivo; lo publicaremos a finales de abril.



Entre lo social y lo íntimo, preñado de realidad y de símbolos muy sugerentes... Para mí es la mejor forma de celebrar la poesía: dos hallazgos luminosos, ambos como lectora, uno de ellos también como editora.

P.- Dice que Poeta en Nueva York de Lorca fue el libro que le empujó a escribir sus propios poemas? ¿Por qué? ¿Qué vio en ese libro?


R.- Lo leí muy pequeña, con once o doce años, y me ocurrió igual que cuando escucho una canción en inglés, y no comprendo la letra: me dejé llevar por su música, por la sugerencia de sus imágenes, que yo traducía a mi escasa experiencia vital.



Cada metáfora me creaba una imagen que no guardaba relación alguna con lo que quiso expresar Lorca, pero que a mí me bastaba para inventarme un mundo.



Por eso regreso y regreso a esos poemas: cuando me asaltan las dudas, cuando un texto se resiste, vuelvo a Poeta en Nueva York y cada palabra me empuja e insufla ánimos.



Años después no he desentrañado muchas de sus claves, pero eso es justo lo que me gusta de la poesía de Lorca: retomarla y sentirla nueva.

http://www.poesia-irc.com/j/index.php?option=com_content&view=article&id=7353:elena-medel&catid=15:noticias-general

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