martes, 20 de septiembre de 2011

La poesía fue la compañera mucho antes que la lectura


Con esta historia de las golondrinas que están regresando a nuestro hemisferio y toda la poesía


que las avecillas encierran, el Baúl hurgó más hondo que nunca.



Buscaba alguna huella primera de los pies tan leves de la poesía, y la belleza –dulce o áspera- que ella encierra.



Porque alguna vez nos pisaron en los terrenos de la sensibilidad, cuando no conocíamos qué era eso.



Cuando no sabíamos que el alma de niño era como esa arena, húmeda y tersa, de las playas.



Ahí, donde quedan el dibujo de la planta del pie del hombre gigantesco y el grácil de las patitas de las gaviotas.


Alguna vez fue la primera, cuando nos dimos cuenta que las palabras que recién empezábamos a domar podían unirse y tornarse musicales.



No nos dábamos cuenta que estrenábamos el mundo de la poesía.



Tan pueril y dulce que era como si nos arañaran dulcemente el corazón.


Los primeros “versitos” que aprendimos se quedaron para siempre.



Nada sabíamos de trascendencias, pero que manto de paz caía al fin de la jornada cuando nos estiraban las cobijas hasta la pera (¿por qué llamarla mentón si estamos andando caminos de infancia?) mientras, noche tras noche, escuchábamos “Angel de la guarda / dulce compañía / no me desampares / ni de noche ni de día.”



La poesía pequeñita, folklórica, que llegaría desde quién sabe cuántas generaciones, nos dejaba pertrechados para la noche, eran armadura ante las tormentas con truenos y vientos incluidos.


Pasaron los años y fui encontrando gente muy distinta, por procedencia y profesión, que había escuchado los mismos “versitos” y los había atesorado como la poesía primera que seguirán repitiendo silenciosamente cada vez que sacaban pasaje para el país de la infancia.

http://www.poesia-irc.com/j/index.php/component/content/article/15-noticias-general/9094-la-poesia-fue-la-companera-mucho-antes-que-la-lectura

No hay comentarios:

Publicar un comentario