viernes, 22 de julio de 2011

Un poeta autodidacta


Manuel Bozas Carrasco nació en 1925 en el seno de una familia de campesinos analfabetos, como tantos entonces.

Cuando tenía 5 años llegó el momento de ir a la escuela y un buen día de septiembre, con su sillita de mimbre, su portalibros de cartón y cogido de la mano de su madre, marchó hacia la dirigida por el maestro don Jovená


que impartía las clases en una habitación con dos balcones que proporcionaban la única luz existente.


Colocó su silla detrás de la de un niño con el que no hacía buenas migas y nada más sentarse, aquel miró hacia atrás y le espetó: ¿Y tú qué haces aquí? Manolo le respondió con un mamporro y fue castigado a una ración de palmetazos.



El pequeño quitaba siempre la mano hasta que una vez el maestro le entalló.



El dolor fue intenso y cogió el asiento y se marchó.
Al llegar a casa, su madre le echó una reprimenda, pero Manolo a quien temía era a su padre.



Sin embargo, cuando este llegó a casa, dijo: «He arrendado una finca en el campo y nos tenemos que ir todos allí». Así que aquella fue su única experiencia con la escuela, el único día que asistió en toda su vida.



Poco después, con 6 años de edad, ya estaba guardando guarros y colaborando en otras faenas en los Baldíos de Alburquerque. Todo hacía pensar que sería toda la vida analfabeto.


Cuando llegó la hora del servicio militar, que cumplió en Madrid, un compañero le preguntó por qué no escribía nunca a su familia y Manolo le contó que no sabía hacerlo.



Entonces, le llevó a una escuela de alfabetización donde Bozas aprendió enseguida. Un mes después ya remitía cartas que su hermano leía a toda la familia.



Recuerda que recitaba poesías de amor, que él mismo inventaba, a su esposa Trini, y en las matanzas y en fiestas, también decía algunos versos que todos aplaudían.


No sería hasta poco antes de jubilarse, con 69 años de edad, cuando volvería a escribir.



Cada tarde, después de comer, transcribía al papel las rimas que afloraban en su mente. Por entonces surgió la revista cultural municipal Alboreá y se decidió a enviar sus poemas, que tuvieron una buena aceptación.


Así, un poeta y escritor local, Luis González Soto, se puso en contacto con él desde Barcelona, donde residía, y le pidió que reuniera todos sus poemas.



Al cabo del tiempo se presentó en su domicilio y recogió sus obras, con las que editó un libro que supuso un revulsivo para su creación poética.



A partir de ahí, se animó a recitar en fiestas del pueblo y en el Hogar del Pensionista editaron un segundo poemario. Mientras tanto, un músico y un escritor, Julián Cano y Eugenio López, se interesaron por su obra y le animaron a continuar.



Después vendrían los premios, uno de ellos recibido de manos de Fernández Vara cuando este era consejero de Bienestar Social.


Desde entonces, Manuel Bozas no ha parado nunca y ha formado parte durante siete años de un Taller Literario.



Actualmente, con 86 años, escribe tanto prosa como poesía en la revista cultural Azagala y, hace unos días, recibió un reconocimiento a su labor creativa por parte del Colectivo Cultural Tres Castillos.



En sus obras habla de sus vivencias de niñez y juventud, de experiencias duras que sufrió y, sobre todo, del amor hacia su mujer, Trini, con la que, como él mismo narra, «pasó la luna de miel en un chozo de la finca donde trabajaba».


Hoy se pregunta qué habría sido de su vida si hubiera nacido en otros tiempos, con más oportunidades y sin tanta miseria, aunque se muestra feliz por ser reconocido como el poeta de Alburquerque a pesar de haber ido un solo día a la escuela.

http://www.poesia-irc.com/j/index.php?option=com_content&view=article&id=8534:un-poeta-autodidacta-&catid=15:noticias-general

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