En estas cordilleras
han hecho morada los dioses.
Ellas saben del rumbo de las nubes
y de mi conciencia.
Sonríen ante mi torpe afán de trascender.
Son fieles.
Custodian la ciudad que les ha dado nombre
pero su grandeza ya estaba ahí
desde el principio.
Llegaron de golpe a mi infancia
como confidentes.
Conservan la contraseña de mis desatinos
y dominan el paisaje como madres amorosas.
El sol las embellece y les da el descanso
con su partida.
En estas cordilleras
han hecho morada los dioses.
Mantienen el secreto de la paciencia.
-
Eduardo Zambrano
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